La democracia, ese ilustre sistema de gobierno que otorga el poder al pueblo, ha sido la piedra angular en la construcción de sociedades justas y equitativas. Su origen en la antigua Grecia, con la democracia directa de Atenas, nos recuerda la esencia de un gobierno que busca reflejar los intereses y valores de la mayoría. Los ciudadanos atenienses tenían el derecho y la responsabilidad de participar directamente en la toma de decisiones. Esta participación ciudadana activa sentó las bases para las democracias futuras.
A lo largo de la historia moderna, América Latina ha experimentado tres grandes olas de democratización. La primera ola comenzó en la década de 1820 con las independencias nacionales, seguida de una segunda ola en la década de 1940 que vio el surgimiento de gobiernos populistas en muchos países. La tercera ola, que empezó en la década de 1980, marcó el fin de muchas dictaduras militares y el resurgimiento de gobiernos democráticos.
En América Latina, la transición hacia la democracia no ha sido fácil. Tomemos como ejemplo Guatemala. Tras gobiernos fraudulentos y autoritarios que comenzaron en 1962 y terminaron en 1985, en esta etapa este país ha mantenido su democracia durante 38 años, un logro significativo considerando los desafíos históricos. Chile, por otro lado, tras el fin de la dictadura de Pinochet en 1990, ha visto florecer una democracia robusta, con presidentes que han trabajado arduamente para consolidar las instituciones democráticas y promover derechos humanos.
En el contexto latinoamericano, la democracia ha enfrentado desafíos y triunfos. Sin embargo, lo que ha sido constante es la lucha por preservar y fortalecer la participación ciudadana, especialmente entre los jóvenes. Los nuevos liderazgos emergen con ideas frescas, energía renovada y una profunda comprensión de la tecnología y la globalización, factores cruciales en la era contemporánea.
La Juventud es la fuerza transformadora
La juventud, con su capacidad para adaptarse y reinventarse, representa una fuerza transformadora en la región. Su activa participación en los procesos democráticos es testimonio de un compromiso con un futuro más inclusivo y equitativo. Así, estos nuevos liderazgos no solo están desafiando el statu quo, sino que están redefiniendo lo que significa la democracia en el siglo XXI.
Es imperativo que las instituciones y los líderes actuales reconozcan y fomenten el potencial de estos jóvenes líderes. Ellos son, después de todo, el presente y el futuro de América Latina. En el marco del mes de la democracia, reafirmamos la importancia de la participación ciudadana y el respeto a los derechos fundamentales como pilares de una sociedad democrática. Celebramos, por tanto, a aquellos que se esfuerzan por fortalecer estos ideales y que trabajan para construir una región más justa y democrática.
Por más de una década la Misión Preidesidencial Latinoamericana ha reunido a más de 35 expresidentes democráticamente electos de la región, figuras que siguen poniendo su liderazgo, testimonio y acción al servicio de la región, el centro de las acciones de la Misión es, fortalecer la democracia y consolidar la paz a través del diálogo político entre las naciones y el diálogo intergeneracional con nuevos lideres emergentes.