“Tenemos un plan estratégico para recuperar el desarrollo en este país” – Enfoques del nuevo Gobierno: Una entrevista a Bernardo Arévalo

Foto Prensa Libre: Hemeroteca y AFP

Bernardo Arévalo considera ser hijo de Juan José Arévalo una enorme responsabilidad y un privilegio. Siente privilegio principalmente por el cariño que recibe de la población guatemalteca hacia la memoria y obra de su padre, y por haber tenido la oportunidad de contar con su padre como mentor, aprendiendo y compartiendo ideas con él. Asimismo, ve como una responsabilidad ser consciente del legado limpio y luminoso que ha recibido, uno que es singular en la historia de su país. Esta responsabilidad implica no manchar ni malgastar dicho legado. A pesar de que ninguno de sus hermanos se involucró en política, él mismo decidió hacerlo a los 58 años, en un momento en que consideró que las cosas en Guatemala se estaban deteriorando. Se involucró en la fundación del movimiento Semilla y ahora trabaja llevando adelante este legado, sintiendo tanto el privilegio de ser su portador como la responsabilidad de cuidarlo y ponerlo al servicio del país.

Fotografía de Lys Arango 

Bernardo Arévalo aborda el problema de la inseguridad alimentaria y nutricional en Guatemala como una cuestión no solo de salud o producción agrícola, sino fundamentalmente como un problema de desarrollo. Argumenta que, sin desarrollo en todas las regiones del país, la gente no podrá ser productiva ni satisfacer sus necesidades nutricionales. Propone una estrategia a mediano y largo plazo que promueva el desarrollo, especialmente en las regiones más pobres y afectadas por el hambre y la desnutrición, basándose en un “mapa del hambre” detallado. Paralelamente, enfatiza la necesidad de atender las necesidades inmediatas de aquellos que sufren de desnutrición aguda, subrayando que la muerte de niños por esta causa, cuando su ubicación y necesidades son conocidas, es imperdonable y refleja el abandono del Estado y los partidos políticos hacia las necesidades de desarrollo del pueblo.

Efectos de la sequía de 2015 en San José del Golfo, Guatemala. Foto: CONRED


Bernardo Arévalo reconoce la gravedad de los problemas ambientales en Guatemala, un país que contribuye significativamente a los informes globales sobre inseguridad alimentaria y nutricional y que se encuentra en una de las regiones más vulnerables al cambio climático. Su visión va más allá de la mera preservación del medio ambiente; él ve el medio ambiente en Guatemala como un capital esencial para el desarrollo futuro del país.

Arévalo destaca la rica biodiversidad de Guatemala, la cual considera no solo como un tesoro que debe ser preservado, sino también como una fuente potencial de desarrollo sostenible. Propone explotar esta biodiversidad para avances en campos como la medicina, con la posibilidad de descubrir componentes médicos cruciales y desarrollar una industria biofarmacéutica nacional, generando empleo y aprovechando los saberes ancestrales.

Además, propone una serie de acciones enfocadas en la recuperación y preservación de cuencas hidrográficas, protección y ampliación de bosques y cobertura verde, y un programa de inversión para fomentar la transformación tecnológica hacia una economía verde. Esto incluiría incentivos para energías alternativas y renovables, y la creación de un fondo para incentivar a emprendedores que se enfoquen en el desarrollo sostenible. Arévalo enfatiza que la estrategia no es solo preservar, sino desarrollar, utilizando la riqueza ambiental de Guatemala para un desarrollo futuro sostenible y responsable.

Un hombre camina con su hijo de la mano rumbo a Estados Unidos.
FOTOS: CARLOS SEBASTIÁN

Bernardo Arévalo entiende la migración en Guatemala como una consecuencia directa del abandono estatal y la falta de desarrollo. Reconoce que la gente emigra no por deseo, sino por falta de opciones en su propio país. Observa que en regiones como Huehuetenango, San Marcos y Quetzaltenango, la agricultura familiar está en declive debido a la dificultad de subsistencia y la migración de la fuerza laboral.

Para resolver este problema, Arévalo propone un enfoque de desarrollo centrado en estas áreas específicas. Su plan incluye la construcción de 1820 km de carreteras secundarias para conectar microregiones productivas, facilitando el flujo de productos y el desarrollo. Este proyecto apunta a transformar la agricultura de subsistencia en agricultura comercial en regiones como el Altiplano Occidental, las Verapaces y el Corredor Seco, donde se concentra la mayor pobreza y pobreza extrema del país.

Además, el plan de Arévalo incluye la creación de 400 nuevos puestos de salud en comunidades sin acceso a servicios de salud, y la implementación de un fondo de microcréditos a través del Crédito Hipotecario Nacional, con tasas competitivas y accesibles. También contempla programas de apoyo y extensión para agricultores, permitiéndoles diversificar sus cultivos y conectarlos con los mercados de exportación agrícola.

Reconoce que estos cambios serán graduales y, mientras tanto, enfatiza la necesidad de proteger a los guatemaltecos en tránsito y a los migrantes extranjeros que pasan por Guatemala. En resumen, su enfoque es un esfuerzo integral y multifacético para abordar las causas fundamentales de la migración a través del desarrollo económico y social.

Bernardo Arévalo ve la integración centroamericana como una herramienta clave para promover el bienestar y los intereses de la región, más allá de los aspectos políticos y económicos. Considera que la integración es una meta histórica esencial y parte del legado de su padre. Sin embargo, identifica que los gobiernos centroamericanos han perdido de vista la importancia estratégica de la integración, principalmente debido a su enfoque en el enriquecimiento personal y la corrupción.

Arévalo enfatiza que la integración podría mejorar la proyección de Centroamérica en el mundo, pero los problemas actuales, como los gobiernos corruptos y la crisis política regional, han obstaculizado este proceso. Critica el Parlamento Centroamericano por convertirse en un refugio de corruptos y sugiere repensar las instituciones y el propósito final de la integración.

Propone que la integración debe ser una unión de pueblos con gobiernos democráticos y servir como una herramienta para la democratización. Reconoce la necesidad de reflexionar sobre la estructura y origen de las instituciones de integración, reiterando la importancia de los acuerdos de Esquipulas y el potencial que tenían para el desarrollo político y económico.

Finalmente, Arévalo insta a recuperar la visión política y la voluntad política para gobiernos funcionales y a limpiar las instituciones de corrupción, con el fin de avanzar hacia una Centroamérica unida y efectiva en el escenario mundial. Considera que, aunque hay obstáculos, no se debe sacrificar el sueño de la integración, sino replantearlo y adaptarlo a las necesidades actuales.



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