Con motivo del 30 aniversario del Acuerdo de Paz en Centroamérica, Esquipulas (I) se dieron cita en la Organización de Estados Americanos, los Ex Presidentes Vinicio Cerezo y Álvaro Colom de Guatemala, Armando Calderón Sol de El Salvador, Laura Chinchilla de Costa Rica y Nicolás Árdito Barletta de Panamá; Carlos Raúl Morales, Canciller de Guatemala y Luis Almagro, Secretario General de la OEA.
Este esfuerzo organizado por la Misión Presidencial Latinoamericana con el apoyo de la Organización de Estados Americanos, Fundación Paz Global, Fundación Esquipulas para la Paz, Democracia, Desarrollo e Integración, y el Ministerio de Relaciones Exteriores de Guatemala, reunió a líderes regionales, algunos de los cuales participaron directamente en los procesos de paz y democratización de la región, para reflexionar en torno a los avances y desafíos de Centroamérica.
En Contexto
A finales de la década de los 80´s la región se encontraba, en el contexto de la Guerra Fría, en enfrentamientos que desangraban principalmente a Guatemala, El Salvador y Nicaragua, afectando este último a Honduras. Estos conflictos amenazaban con desestabilizar a toda la región, con costos muy altos en vidas y en el desarrollo mismo de la región.
Inspirados en los esfuerzos del Grupo de Contadora liderado por México, Colombia, Venezuela y Panamá para poner fin a los conflictos en la región; los Acuerdos de Paz en Centroamérica, Esquipulas I (1986) y II (1987) se constituyeron en hitos históricos que cambiaron para siempre la dinámica y el rostro de la región.
“La historia no empieza con cada uno de nosotros, si queremos avanzar como región debemos reconocer nuestra historia, valorar lo que hemos alcanzado y darnos cuenta que a pesar de circunstancias adversas, la región ya ha podido ponerse de acuerdo de forma trascendental. Analizar nuestros desafíos en la voz de quienes han sido los protagonistas en estas décadas, es una oportunidad invaluable”, manifestó Olinda Salguero, Directora de Fundación Esquipulas.
Los Avances
Esta iniciativa puso en marcha un proceso de pacificación regional con los centroamericanos como únicos protagonistas y responsables directos de su éxito o de su fracaso. Los Acuerdos de Esquipulas además contribuyeron a institucionalizar la democracia en la región y representaron también el impulso político reciente de la integración regional.
En una rápida línea del tiempo, gracias a Esquipulas I tuvieron lugar avances significativos en los últimos 30 años para Centroamérica. Esquipulas I, donde la voluntad política se vio en su máxima expresión (1986), Esquipulas II, la voluntad política traducida a procesos (1987), Acuerdos de Paz y Desmovilización de la resistencia en Nicaragua (1988), Creación del Sistema de la Integración Centroamericana (1991), Firma de la Paz de El Salvador (1992), Alianza para el Desarrollo Sostenible (1994), Guatemala puso fin a más de 30 años de guerra con la Firma de la Paz (1996), Estrategia Marco de Seguridad Democrática (2007), Se plantea el Plan de la Alianza para la Prosperidad del Triángulo Norte (2015).
La democracia que se estableció en la región y que se perfecciona con los años permitió también que en 2015 miles de personas en Guatemala y Honduras salieron a las calles, para manifestarse en contra del corrupción, demandando reformas estructurales al sistema político y la renovación del contrato social. Contrario a lo que hubiese pasado hace 30 años, los ciudadanos pudieron tomar las calles sin consecuencias negativas, sino todo lo contrario, muchos califican esta etapa como una nueva primavera democrática.
El Futuro
No puede negarse que Centroamérica ha avanzado, pero la agenda social presenta aun fuertes rezagos y los grandes desafíos vuelven a hacerse apremiantes. La brecha de desigualdad y los niveles de pobreza crecen año con año y con ello miles de centroamericanos y centroamericanas migran de sus territorios en busca de mejores condiciones de vida, la gran mayoría hacia los Estados Unidos de América. Existe una trágica combinación donde la escasa presencia del Estado en las fronteras y la carencia de oportunidades laborales, se convierten en caldo de cultivo para el narcotráfico, las pandillas y otras formas de crimen y violencia.
Estamos entonces, una vez más, ante grandes desafíos que atañen a toda la región, particularmente a los países del triángulo norte (Guatemala, Honduras y El Salvador) y que de no reorientar la actual ruta de acción, se corre el riesgo de perder lo que en los últimos 30 años se ha logrado avanzar. Es muy importante tener en consideración que el abordaje que se le dé al tema de la lucha contra la impunidad y la corrupción, la exclusión de grandes sectores de la población y el importante bono poblacional que representan los jóvenes para la región, puede significar la diferencia entre la ruta hacia un congruente desarrollo integral o el descalabro social.
Centroamérica necesita un nuevo discurso común que sirva de motor para su desarrollo, que articule propuestas e instrumentos para enfrentarse a los desafíos que se le presentan en términos de inclusión social, lucha contra la desigualdad, desarrollo de los mercados internos y de las estrategias de inserción en la economía mundial, de reducción de los riesgos asociados a los desastres naturales a los efectos del cambio climático o de fortalecimiento del estado de derecho.
Muchos de estos desafíos tienen poca respuesta en un ámbito nacional de políticas y demandarán acciones conjuntas en torno al Sistema de la Integración Centroamericana (SICA).
Quizá haya más preguntas que respuestas, pero sin duda, necesitamos resguardar lo alcanzado y luchar por un mejor futuro.