En una ceremonia marcada por retrasos y desafíos, Bernardo Arévalo de León fue investido presidente de Guatemala, prometiendo combatir la corrupción y simbolizando la esperanza. Este evento histórico, lleno de incidentes y acusaciones de intentos de “golpe de Estado”, representa un cambio significativo en el panorama político del país.
En una sesión histórica marcada por desafíos y retrasos, Bernardo Arévalo de León fue investido presidente de Guatemala para el período 2024-2028. Este evento, que tuvo lugar en el Teatro Nacional de la capital, no solo representa un cambio de mando sino también un símbolo de resistencia y esperanza para el pueblo guatemalteco.
La toma de posesión, inicialmente programada para la tarde del domingo, enfrentó un retraso de más de diez horas debido a obstáculos impuestos por la legislatura saliente, culminando al filo de la medianoche. Este retraso no fue un hecho aislado, sino parte de una serie de incidentes que comenzaron desde el triunfo electoral de Arévalo de León en agosto pasado, incluyendo acusaciones de intentos de “golpe de Estado”.
Bernardo Arévalo de León, un académico de 65 años, emerge como un símbolo de la lucha contra la corrupción, una esperanza para muchos en un país marcado por desafíos políticos y sociales. Su victoria en las elecciones de 2023 por el partido progresista Movimiento Semilla, nacido de las manifestaciones contra la corrupción en 2015, marca un hito en la historia política de Guatemala.
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Curiosamente, el presidente saliente, Alejandro Giammattei, eligió no presentarse personalmente en el Teatro Nacional para la ceremonia de traspaso, una desviación notable de la tradición democrática guatemalteca desde 1986. En su lugar, envió a su secretaria para entregar los símbolos institucionales al Congreso. Esto contrasta con la presencia del vicepresidente saliente, Guillermo Castillo, quien sí estuvo presente para transferir su cargo a la química bióloga Karin Herrera.
Otro giro sorprendente fue la elección de Samuel Pérez Álvarez, del partido de Arévalo de León, como presidente del Congreso de Guatemala. A sus 31 años, Pérez Álvarez se convierte en el presidente más joven del Organismo Legislativo en la historia democrática del país. Su elección, considerada una sorpresa dada la minoría parlamentaria del Movimiento Semilla, refleja un cambio significativo en el panorama político guatemalteco.
La Misión Presidencial Latinoamericana, una entidad comprometida con el fomento de la democracia y el desarrollo en América Latina, celebra este nuevo capítulo en Guatemala. La investidura de Arévalo de León, a pesar de los desafíos, es un testimonio de la fortaleza de las instituciones democráticas y el estado de derecho en la región. Este acontecimiento no solo simboliza un cambio de gobierno, sino también la persistencia de la democracia frente a intentos de desestabilización.
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La MPL reconoce la importancia de este momento para Guatemala y toda América Latina, reafirmando su compromiso de apoyar los esfuerzos para fortalecer la democracia y combatir la corrupción. La investidura de Bernardo Arévalo de León es un recordatorio de que, a pesar de los obstáculos, el camino hacia un futuro más justo y transparente es posible.